Huelga deciros que yo os quiero más
en la profunda pulpa de antesueño,
cuando el glaciar se reconvierte en sol
y se nos va la esperma en el empeño,
y se nos cuaja el ceño de cenizas
ávidas de hendir el cavilar de leño.
Huelga deciros, libertad os una,
que os sueño arando en hierro y sabio azote,
volviendo a errar y a errar sin miramientos
sobre un caballo y sobre un brioso brote,
que es una forma de entender amar
y otra jornada que vencéis al trote
con ansia de echar
la tierra a mugir
la luz a rodar.
Huelga dudar que libertad amando
me vuelva a herir
la gana regresando.
Qué hambre tener qué libertad os una
os una en la memoria del ultraje,
os rememore y os despierte al vuelo,
os calce el corazón con los corajes,
os arremeta, sin parar, la estancia
oscura en que bebéis
la injuria y su brebaje.
¿Qué Hombre volver para que os una libre?
libre su nombre y su veloz corpiño,
su vientre cuarzo y su agonía historia,
y sus cadenas, su reloj, su niño.
Y os avecine, os una, y os ausculte
con sus dos manos y sus tres cariños,
y su refulgir
su oficio de herir
la luz por venir.
Si nos va a arder la gana en toda luna
y hemos de andarla juntos
tierra a tierra
que en las raíces
libertad nos una.
Patricio Manns
Coincidir
Soy vecino de este mundo por un rato, y hoy coincide que también tú estás aquí, coincidencias tan extrañas de la vida; tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio...y coincidir. (Alberto Escobar)
11 julio 2005
03 agosto 2004
El sabio que tomó el poder
Un día, hace muchos años, el Mono advirtió que entre todos los animales era él quien contaba con la descendencia más inteligente, o sea el hombre.
Animado por esta revelación empezó a estudiar un gran lote de libros arrumbados desde antiguo en su casa y, a medida que aprendía, a conducirse como ser importante frente a las situaciones más comunes.
Fue tal su empeño que en poco tiempo hizo enormes progresos, aconsejado por la Zorra en política y en saber por el Búho y la Serpiente.
De esta manera, ante el asombro de los inocentes, pronto inició su ascenso a la cumbre, hasta que llegó el día en que amigos y enemigos lo saludaron secretario del León.
Sin embargo, durante un insomnio (en los que había caído desde que sabía que sabía tanto), el Mono hizo aún otro descubrimiento sensacional: la injusticia de que el León, que contaba únicamente con su fuerza y el miedo de los demás, fuera su jefe; y él, que si quisiera, según leyó no recordaba dónde, con un poco de tesón podía escribir otra vez los sonetos de Shakespeare, un mero subalterno.
A la mañana siguiente, armado de valor y aclarando una y otra vez la garganta, durante más de una hora expuso al León con largas y elaboradas razones la teoría de que de acuerdo con la lógica más elemental los papeles debían cambiarse, pues para cualquiera con dos dedos de frente era fácil ver cómo lo aventajaba en descencia y, por supuesto, en sabiduría.
El León, que intrigado por el vuelo de una mosca en ningún momento había bajado la vista del techo, estuvo conforme con todo, en ese mismo instante le cambió la corona por la pluma y, asomándose al balcón, anunció el cambio a la ciudad y al mundo.
De ahí en adelante, cuando el Mono le ordenaba algo, el León, siempre de acuerdo, sentía invariablemente con un zarpazo; y cuando el Mono lo regañaba por alguna orden mal entendida o por un discurso mal redactado, con dos o tres; hasta que, pasado poco tiempo, en el cuerpo del nuevo rey, o sea el Mono sabio, no iba quedando sitio del que no manara sangre, o cosas peores.
Por último el Mono, casi de rodillas, rogó al León volver al anterior estado de cosas, a lo que el León, aburrido como desde hacía mil años, le respondió con un bostezo que sí, y con otro que estaba bien, que volvieran al anterior estado de cosas, y le recibió la corona y le devolvió la pluma, y desde entonces el Mono conserva la pluma y el León la corona.
Augusto Monterroso
Animado por esta revelación empezó a estudiar un gran lote de libros arrumbados desde antiguo en su casa y, a medida que aprendía, a conducirse como ser importante frente a las situaciones más comunes.
Fue tal su empeño que en poco tiempo hizo enormes progresos, aconsejado por la Zorra en política y en saber por el Búho y la Serpiente.
De esta manera, ante el asombro de los inocentes, pronto inició su ascenso a la cumbre, hasta que llegó el día en que amigos y enemigos lo saludaron secretario del León.
Sin embargo, durante un insomnio (en los que había caído desde que sabía que sabía tanto), el Mono hizo aún otro descubrimiento sensacional: la injusticia de que el León, que contaba únicamente con su fuerza y el miedo de los demás, fuera su jefe; y él, que si quisiera, según leyó no recordaba dónde, con un poco de tesón podía escribir otra vez los sonetos de Shakespeare, un mero subalterno.
A la mañana siguiente, armado de valor y aclarando una y otra vez la garganta, durante más de una hora expuso al León con largas y elaboradas razones la teoría de que de acuerdo con la lógica más elemental los papeles debían cambiarse, pues para cualquiera con dos dedos de frente era fácil ver cómo lo aventajaba en descencia y, por supuesto, en sabiduría.
El León, que intrigado por el vuelo de una mosca en ningún momento había bajado la vista del techo, estuvo conforme con todo, en ese mismo instante le cambió la corona por la pluma y, asomándose al balcón, anunció el cambio a la ciudad y al mundo.
De ahí en adelante, cuando el Mono le ordenaba algo, el León, siempre de acuerdo, sentía invariablemente con un zarpazo; y cuando el Mono lo regañaba por alguna orden mal entendida o por un discurso mal redactado, con dos o tres; hasta que, pasado poco tiempo, en el cuerpo del nuevo rey, o sea el Mono sabio, no iba quedando sitio del que no manara sangre, o cosas peores.
Por último el Mono, casi de rodillas, rogó al León volver al anterior estado de cosas, a lo que el León, aburrido como desde hacía mil años, le respondió con un bostezo que sí, y con otro que estaba bien, que volvieran al anterior estado de cosas, y le recibió la corona y le devolvió la pluma, y desde entonces el Mono conserva la pluma y el León la corona.
Augusto Monterroso
01 agosto 2004
Hombre fumando
Iba pasando frente a La Bombonera
camino a la Plaza de Armas
contento y feliz a ver una película
cubana, al aire libre, con los panas
y las chicas sanjuaneras de aquí pá ya
cuando vi un hombre desnudo
fumándose un cigarrillo
frente al lugar favorito
de tomarse un café,
una mallorca con mantequilla
pues este señor no era la única persona
que se fumaba un cigarrillo
frente a La Bombonera
la gente pasaba y entraba y salía
muchos con su cigarrillo al bembe
pero éste
era el único fumador desnudo
era como ver un caballo
sentado frente a un televisor
yo tenía prisa de llegar a la plaza
pero estaba tan atónito,
indignado y en shock, que di la vuelta,
crucé la calle
y me dirigí directamente a él
le manifesté mi indignación
y mi posición ideológica
le dije que veía la desnudez
del cuerpo humano como algo sagrado
le dije: si quieres profanar el
cuerpo fumándote un cigarrillo
ten la decencia de fumar vestido
que para eso es la ropa, para disimular
le dije: fuma como todo el mundo
con pudor y discreción,
en mahones, o ponte un poncho
el hombre se quedó pensando un rato
se quitó el cigarrillo de la boca
y lo tiró a la calle, y así no más,
una metamorfosis
parecía otro y comenzó a temblar
a reírse, chillando como un potro salvaje,
corriendo por la calle San Francisco
todo cuello y rodillas
sus genitales como campanas
proclamando el principio del tiempo
y mientras pasaba y cruzaba
y recruzaba la calle
las mujeres fumadoras,
de dos en dos, de tres en tres
empezaron a echar sus cigarrillos a la calle
y mientras lo hacían sus ropas
se les fueron desprendiendo del cuerpo
todas como saliendo para entrar en si mismas,
como recién nacidas,
orgullosas y atractivas
al final sólo quedaron los hombres
como extraterrestres
fuma que te fuma
mirando imberbes y envidiosos
al hombre desnudo y sin cigarrillo
rodeado de sus nuevas admiradoras
que lo abanicaban con sus cuerpos
yeguas fuertes y huesudas
sin importarles ya las apariencias
o lo que puedan o no puedan tener
puesto o impuesto.
Paul Durcan
Musicalizado por Roy Brown
camino a la Plaza de Armas
contento y feliz a ver una película
cubana, al aire libre, con los panas
y las chicas sanjuaneras de aquí pá ya
cuando vi un hombre desnudo
fumándose un cigarrillo
frente al lugar favorito
de tomarse un café,
una mallorca con mantequilla
pues este señor no era la única persona
que se fumaba un cigarrillo
frente a La Bombonera
la gente pasaba y entraba y salía
muchos con su cigarrillo al bembe
pero éste
era el único fumador desnudo
era como ver un caballo
sentado frente a un televisor
yo tenía prisa de llegar a la plaza
pero estaba tan atónito,
indignado y en shock, que di la vuelta,
crucé la calle
y me dirigí directamente a él
le manifesté mi indignación
y mi posición ideológica
le dije que veía la desnudez
del cuerpo humano como algo sagrado
le dije: si quieres profanar el
cuerpo fumándote un cigarrillo
ten la decencia de fumar vestido
que para eso es la ropa, para disimular
le dije: fuma como todo el mundo
con pudor y discreción,
en mahones, o ponte un poncho
el hombre se quedó pensando un rato
se quitó el cigarrillo de la boca
y lo tiró a la calle, y así no más,
una metamorfosis
parecía otro y comenzó a temblar
a reírse, chillando como un potro salvaje,
corriendo por la calle San Francisco
todo cuello y rodillas
sus genitales como campanas
proclamando el principio del tiempo
y mientras pasaba y cruzaba
y recruzaba la calle
las mujeres fumadoras,
de dos en dos, de tres en tres
empezaron a echar sus cigarrillos a la calle
y mientras lo hacían sus ropas
se les fueron desprendiendo del cuerpo
todas como saliendo para entrar en si mismas,
como recién nacidas,
orgullosas y atractivas
al final sólo quedaron los hombres
como extraterrestres
fuma que te fuma
mirando imberbes y envidiosos
al hombre desnudo y sin cigarrillo
rodeado de sus nuevas admiradoras
que lo abanicaban con sus cuerpos
yeguas fuertes y huesudas
sin importarles ya las apariencias
o lo que puedan o no puedan tener
puesto o impuesto.
Paul Durcan
Musicalizado por Roy Brown
30 julio 2004
Ser y estar
Oh marine
oh boy
una de tus dificultades consiste en que no sabes
distinguir el ser del estar
para ti todo es to be
así que podemos aclarar las cosas
por ejemplo
una mujer es buena
cuando entona desafinadamente los salmos
y cada dos años cambia el refrigerador
y envía mensualmente su perro al analista
y sólo enfrenta el sexo los sábados de noche
en cambio una mujer está buena
cuando la miras y pones los perplejos ojos en blanco
y la imaginas y la imaginas y la imaginas
y hasta crees que tomando un martini te vendrá coraje
pero ni así
por ejemplo un hombre es listo
cuando obtiene millones por teléfono
y evade la conciencia y los impuestos
y abre una buena póliza de seguros
a cobrar cuando llegue a sus setenta
y sea el momento de viajar en excursión a capri y a parís
y consiga violar a la gioconda en pleno louvre
con la vertiginosa polaroid
en cambio
un hombre está listo cuando ustedes
oh marine
oh boy
aparecen en el horizonte
para inyectarle democracia.
Mario Benedetti (1970)
oh boy
una de tus dificultades consiste en que no sabes
distinguir el ser del estar
para ti todo es to be
así que podemos aclarar las cosas
por ejemplo
una mujer es buena
cuando entona desafinadamente los salmos
y cada dos años cambia el refrigerador
y envía mensualmente su perro al analista
y sólo enfrenta el sexo los sábados de noche
en cambio una mujer está buena
cuando la miras y pones los perplejos ojos en blanco
y la imaginas y la imaginas y la imaginas
y hasta crees que tomando un martini te vendrá coraje
pero ni así
por ejemplo un hombre es listo
cuando obtiene millones por teléfono
y evade la conciencia y los impuestos
y abre una buena póliza de seguros
a cobrar cuando llegue a sus setenta
y sea el momento de viajar en excursión a capri y a parís
y consiga violar a la gioconda en pleno louvre
con la vertiginosa polaroid
en cambio
un hombre está listo cuando ustedes
oh marine
oh boy
aparecen en el horizonte
para inyectarle democracia.
Mario Benedetti (1970)
27 julio 2004
Puedes juntar las manos
La gente dice:
Polvo,
Sideral,
Funerario,
y se queda tranquila,
contenta,
satisfecha.
Pero escucha ese grillo,
esa brizna de noche,
de vida enloquecida.
Ahora es cuando canta
Ahora y no mañana
Precisamente ahora.
Aquí.
A nuestro lado...
como si no pudiera cantar en otra parte.
¿Comprendes?
Yo tampoco.
Yo no comprendo nada.
No tan sólo tus manos son un puro milagro.
Un traspiés,
un olvido,
y acaso fueras mosca,
lechuga,
cocodrilo.
Y después...
esa estrella.
No preguntes.
¡Misterio!
El silencio.
Tu pelo.
Y el fervor,
la aquiescencia
del universo entero,
para lograr tus poros,
esa ortiga,
esa piedra.
Puedes juntar las manos.
Amputarte las trenzas.
Yo daré mientras tanto tres vueltas de carnero.
Oliverio Girondo
Polvo,
Sideral,
Funerario,
y se queda tranquila,
contenta,
satisfecha.
Pero escucha ese grillo,
esa brizna de noche,
de vida enloquecida.
Ahora es cuando canta
Ahora y no mañana
Precisamente ahora.
Aquí.
A nuestro lado...
como si no pudiera cantar en otra parte.
¿Comprendes?
Yo tampoco.
Yo no comprendo nada.
No tan sólo tus manos son un puro milagro.
Un traspiés,
un olvido,
y acaso fueras mosca,
lechuga,
cocodrilo.
Y después...
esa estrella.
No preguntes.
¡Misterio!
El silencio.
Tu pelo.
Y el fervor,
la aquiescencia
del universo entero,
para lograr tus poros,
esa ortiga,
esa piedra.
Puedes juntar las manos.
Amputarte las trenzas.
Yo daré mientras tanto tres vueltas de carnero.
Oliverio Girondo
25 julio 2004
a Carlos Cortés
Mi amigo dice que ya que no escribirá poemas
que ya lo dijo todo como poeta
que de ahora en adelante solo novelas
como si la Poesía fuese un país
del que se pudiera exiliar
como si la democracia de la Poesía
tolerara disidentes
como si fuese nacionalidad
que se pudiese renunciar
renuncia uno a las bendiciones
no a las maldiciones
como si pudiera escapar de la locura
como si quisera apagar la última candela
encendida de universo
como si las novelas fueran lo mismo
como si una novela te pudiera matar de un tiro
o salvar del frío
como si no fuera pecado dejar de escribir poemas
como si el diablo te permitiera incumplir
el pactoy te devolviera el alma
como si existiera antídoto
a ver si a la mitad de la botella dice
"voy a escribir una novela"
a ver si se lo permiten los vampiros
mi amigo vino a entregar el carné
la contraseña y el uniforme
vino a pedir devolución de los cuotas
de la asociación
vino a devolver las medallas
por buen comportamiento
a aclarar las notas por mala conducta
en la escuela
como si se pudiera renunciar al espejo
a la furia
al abismo
al fuego
al miedo
al aceite
"La Asamblea tiene el agrado de comunicarle
estimado poeta
que se le rechaza la renuncia
por prematura
y por no cumplir usted
el requisito básico
de morirse primero"
Jose María Zonta - "Ladrones"
que ya lo dijo todo como poeta
que de ahora en adelante solo novelas
como si la Poesía fuese un país
del que se pudiera exiliar
como si la democracia de la Poesía
tolerara disidentes
como si fuese nacionalidad
que se pudiese renunciar
renuncia uno a las bendiciones
no a las maldiciones
como si pudiera escapar de la locura
como si quisera apagar la última candela
encendida de universo
como si las novelas fueran lo mismo
como si una novela te pudiera matar de un tiro
o salvar del frío
como si no fuera pecado dejar de escribir poemas
como si el diablo te permitiera incumplir
el pactoy te devolviera el alma
como si existiera antídoto
a ver si a la mitad de la botella dice
"voy a escribir una novela"
a ver si se lo permiten los vampiros
mi amigo vino a entregar el carné
la contraseña y el uniforme
vino a pedir devolución de los cuotas
de la asociación
vino a devolver las medallas
por buen comportamiento
a aclarar las notas por mala conducta
en la escuela
como si se pudiera renunciar al espejo
a la furia
al abismo
al fuego
al miedo
al aceite
"La Asamblea tiene el agrado de comunicarle
estimado poeta
que se le rechaza la renuncia
por prematura
y por no cumplir usted
el requisito básico
de morirse primero"
Jose María Zonta - "Ladrones"
17 julio 2004
No hay olvido
Si me preguntáis en dónde he estado
debo decir "Sucede".
Debo de hablar del suelo que oscurecen las piedras,
del río que durando se destruye:
no sé sino las cosas que los pájaros pierden,
el mar dejado atrás, o mi hermana llorando.
Por qué tantas regiones, por qué un día se junta con un día?
Por qué una negra noche se acumula en la boca? Por qué muertos?
Si me preguntáis de dónde vengo,
tengo que conversar con
cosas rotas, con utensilios demasiado amargos,
con grandes bestias a menudo podridas
y con mi acongojado corazón.
No son recuerdos los que se han cruzado
ni es la paloma amarillenta que duerme en el olvido,
sino caras con lágrimas, dedos en la garganta,
y lo que se desploma de las hojas:
la oscuridad de un día transcurrido,
de un día alimentado con nuestra triste sangre.
He aquí violetas, golondrinas,
todo cuanto nos gusta y aparece
en las dulces tarjetas de larga cola
por donde se pasean el tiempo y la dulzura.
Pero no penetremos más allá de esos dientes,
no mordamos las cáscaras que el silencio acumula,
porque no sé qué contestar:
hay tantos muertos,
y tantos malecones
que el sol rojo partía,
y tantas cabezas que golpean los buques,
y tantas manos que han encerrado besos,
y tantas cosas que quiero olvidar.
Pablo Neruda
debo decir "Sucede".
Debo de hablar del suelo que oscurecen las piedras,
del río que durando se destruye:
no sé sino las cosas que los pájaros pierden,
el mar dejado atrás, o mi hermana llorando.
Por qué tantas regiones, por qué un día se junta con un día?
Por qué una negra noche se acumula en la boca? Por qué muertos?
Si me preguntáis de dónde vengo,
tengo que conversar con
cosas rotas, con utensilios demasiado amargos,
con grandes bestias a menudo podridas
y con mi acongojado corazón.
No son recuerdos los que se han cruzado
ni es la paloma amarillenta que duerme en el olvido,
sino caras con lágrimas, dedos en la garganta,
y lo que se desploma de las hojas:
la oscuridad de un día transcurrido,
de un día alimentado con nuestra triste sangre.
He aquí violetas, golondrinas,
todo cuanto nos gusta y aparece
en las dulces tarjetas de larga cola
por donde se pasean el tiempo y la dulzura.
Pero no penetremos más allá de esos dientes,
no mordamos las cáscaras que el silencio acumula,
porque no sé qué contestar:
hay tantos muertos,
y tantos malecones
que el sol rojo partía,
y tantas cabezas que golpean los buques,
y tantas manos que han encerrado besos,
y tantas cosas que quiero olvidar.
Pablo Neruda
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